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Sociedad, música popular, el músico y guerra de 5ta generación... reflexión


(Delfín Martell) El hombre en el tiempo se ha visto forzado a buscar fórmulas de expresión para difundir ideas y elementos estéticos a través de múltiples herramientas, entre ellas, el arte sonoro.










La música es canal docto de socialización, comunicación y códigos conformantes en acción perpetua, que permiten al ser humano difundir sueños, ideas -sin limitaciones- de índole política, social o religioso.  
   El canal sonoro proyecta voces de libertad integradas a hermosas líneas melódicas y discursos vibrátiles que han logrado efecto mágico al conquistar -al conquistador- en diferentes momentos de la historia, ejemplo de esto el género del jazz. Aporte mágico y maravilloso producto de la creatividad del hombre afrodecendiente en los EE.UU. desde 1880 hasta hoy. 

 








¿Porque mágico?
Sin lugar a dudas es un arcano que logra cambiar escenarios y llevar al conquistador (manda más y/o amo) a la condición de admirador del arte producto de la creatividad de esclavos en plantaciones al sur de Estados Unidos de Norte América.
   Pero  ciertamente el jazz es un género musical considerado en nuestro tiempo “elemento estético con personalidad propia que ha conquistó literalmente a todo el globo terráqueo”. Teoría confirmada por compositores, arreglistas y músicos ejecutantes de todo el planeta e influenciados por el maravilloso sonido del jazz. Esto confirma que dicho género revolucionó al arte del sonido de forma y fondo.

   La música académica después de la primera gran guerra entre los años de 1917- 1920 (siglo pasado) descubre el género y conecta a grandes autores de la talla de Debussy, Stravinski, Ravel -entre otros- que se nutrieron de la fuente inspiradora del jazz y su discurso musical.  
   El compositor académico toma del jazz solo la riqueza rítmica, explotación de la materia sonora y el modo virtuoso e interpretativo del músico de jazz. “Captando las inflexiones de la voz humana y la fuerza de tocar a la manera africana los instrumentos europeos”.
   Entre venezolanos cultores del jazz en la década de los años 50, 60, el Maestro Aldemaro Romero y muchos más.
¿Desmotivación o apatía?
En los últimos 10 años se ha presentado un fenómeno que debemos estudiar.

  El músico y otros profesionales están cumpliendo con sus actividades apáticamente. El efecto de dicho fenómeno se refleja en la calidad y desempeño en sus funciones, una resistencia creciente que afecta al producto artístico o de otra índole final.    
Necesario reflexionar sobre tal acción…

Es un error hacer espacio y asentir inconscientemente  al efecto devastador de la guerra de 5ta generación a la cual estamos sometidos. La respuesta a tal agresión es responder a través del uso de la intuición, aplicación de inteligencia sanadora (conciencia). Eliminando definitivamente la infección emocional de apatía y desmotivación que destruye lo mejor de nuestro país. Esto  a pesar del efecto malicioso de la guerra silenciosa a la cual estamos sometidos.
   Es nuestra responsabilidad continuar la lucha por un espacio libre de obstrucción y madurar -aún más- como pueblo. Entender que “no” debemos atentar contra nosotros mismo e impedir la fluidez natural con nuestro pensamiento y acciones.  
   El músico a trabajar con entusiasmo, el médico a honrar el juramento Hipocrático, en su más alto compromiso. El hombre de armas a cumplir con su sagrada misión de resguardad la integridad de nuestro país. Y el hombre del pueblo a respetar a cada uno de sus compatriotas evitando el descarado aumento de productos revendidos y servicios.
Solo el hombre definitivamente salvara al hombre…
Tenemos una gran oportunidad de recuperar la prosperidad. Pero TODOS debemos asumir nuestro compromiso y dejar de aplicar la estupida viveza venezolana… “Ponme donde hay que de lo demás me encargo yo”.
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