(Delfín Martell) Al estudiar el comportamiento del hombre y su normal desempeño en la vida diaria, es natural deducir, que todo en el infinito es vibración. Ésta vibración es la voz de Dios esparcida en forma de ondas al infinito espacio. Es el YO vibrante que en su inmenso poder muestra que todo es, fue y será eternamente evolución. Una reflexión aparentemente contradictoria, pero guarda relación, entre la física, la anatomía y las ciencias herméticas integradas al arte sonoro. En otro orden, pero relacionados, la sustancia y materia desarrollan desde la antigüedad un arcano indivisible. No hay materia sin espíritu, ni espíritu sin materia, ambas se explican y danzan juntas generando vibración creativa, porque evolución, es el Todo: es dinamismo, esencia y sonido. Es un torbellino cosmogónico en ruta franca hacia niveles más sublimes de la sustancia individuada respondiendo al YO superior. Estableciendo que todo es, fue y será, eternamente movimiento. El movimiento es